Sombras

sábado, septiembre 27, 2014

CERVERA DEL RIO ALHAMA - Botijo de ferroviario. Pucheros

 Acuarela


BOTIJO FERROVIARIO. PUCHEROS

¿Alguna vez se pensó que algún ferrocarril pudiera pasar por Cervera del Río Alhama? ¡Pues, sí! Alguien se le ocurrió que así fuera, aunque la cosa no llego a tanto por razones varias, en cambio en su tiempo, Valverde de Cervera tuvo su vía y su tren, actualmente en vía muerta en espera de otros tiempos más prósperos para esta comarca riojana tan depauperada y poco recordada.
En mis tiempos de joven cuando el coche utilitario aun estaba en las antípodas, el método de viajar más cómodo era el fe-rro-ca-rril, el tren de ferro ¡qué tiempos! Me acuerdo de cuando preparábamos las vacaciones para ir al pueblo con tren a Cervera; aquello para nosotros, la familia, mujer, hijo, no me acuerdo si la hija participo en la odisea del tren o más bien le toco ya el 600 y como no, el contador del cuento que ha pasado por todos. Era pensado con días, desde el tranvía que teníamos que coger en Barcelona desde Sarria y hora para llegar a la estación, los billetes anticipados en mano a punto para el revisor, y la comida-recena junto con la bota de vino en ristre, era hombre de bota de chirriar el vino entre dientes, en aquel entonces, además con gusto y felicidad plena, a gloria nos parecía todo, preparada la comida por Luisa mi esposa, después de 58 años aun seguimos en el tajo, para consumirla durante la noche en el vagón del tren con asientos anatómicos de pura madera,  El Gallego, a sí de esta manera se suavizaba el  viaje y sé hacía más ameno su trayecto.
Salíamos de la estación de Francia en el tren llamado por los usuarios, sino recuerdo mal El Gallego, supongo por ser su final de destino la región de Galicia, los trenes en aquel momento casi todos tenían apodo, El Sevillano, El Botijero, etc… cada uno se sabía el nombre que le correspondía a su viaje. El tren salía a las 22:00 horas más o menos, cogíamos asiento y si la salida se retrasaba un poco lo primero que le decía a mi mujer, entonces para mí era mi mujer en grado superlativo, algo he evolucionado ahora es esposa porque nos esposamos, con voz de macho carpetovetónico me expresaba:
-saca la cena-.
Ella siempre me contestaba con más coherencia,
pero si aun no se ha puesto en marcha el tren-.
 A mi me daba igual
a comer-.
Normalmente para este viaje siempre cocinaba un conejo asado al horno untado con alioli, que a mí me parecía una obra de arte culinaria de la guía Michelin y aun me sigue pereciéndolo, la cena, muchas veces antes de salir ya estábamos a media cena, algunas veces la compartíamos con otros viajeros comensales que aportaban su propio ágape, otros gustos, todo acompañado de trago va y trago viene, que recuerdos, nos daba en que hablar hasta que el sueño se nos apoderaba durante trayecto, no sé el pensar de los demás de estos momentos ya que nunca me preocupe, para mí de una felicidad completa, que al recordarlos se me hace la boca agua, mi caldera podía con todo. A tantas horas de la madrugada (de 5:30 a 6 horas) llegábamos a Castejón si no había contratiempo, donde una familia amiga de Luisa nos acogía hasta la salida del autobús que nos llevaría a Cervera. El medio de transporte el aguante y el tiempo era lo de menos, lo que valía para todos nosotros era la ilusión con que afrontábamos cada una de las circunstancias a resolver.
Este botijo del cuadro que tiene dos posiciones de plante, dicen que lo usaban los maquinistas de trenes de vapor para conservar el agua fresca, ya que lo colgaban en un pedestal asentado en un lado de la máquina de vapor para que el aire lo conservara en su punto de frescor. Los pucheros de cocer alubias o lo que se terciara, arrimados al fuego son los que usaban en todas las casas con sus arrimaderos los “sesos” (guardapucheros de hierro), en el momento de hacer el puchero, siempre había algo que hervir. En nuestros días con un microondas aunque sea de baja frecuencia, nos sobra y nos basta para calentar una comida, antes precocinada, en laboratorios con mucho seso y ahorrándonos tiempo para olvidar del nuestros pucherazos de antaño. Amen.


UN CULO PEGADO A UN SILLIN DE BICICLETA
Los amantes de la bici y un poco masoquistas de darle al pedal, nos gusta y nos entretiene el ir con el culo pegado a la bicicleta, aparte de conservar y cumplir el dicho de: -quién mueve las piernas mueve el corazón-, una expresión muy válida y eficaz; seguramente habrá otras formas de mover las piernas con satisfacciones más elevadas espiritualmente y sexualmente que te puedan hacer feliz y agitar el corazón a niveles de locura amorosa… A mi edad me conformo poder sentarme en el sillín de mi bicicleta y darle al pedal aunque sea con una bici-batería, suministrando corriente a un motor eléctrico que ni puta idea de cómo funciona acoplado en la rueda trasera, sirviendo de ayuda a mis piernas de tantos años de servicio a la patria y poder contemplar sentado desde el culo-sillín todo el recorrido paisaje, sin tanto esfuerzo corporal que haya uno podido recorrer en sus paseos en Cervera del Río Alhama y sus alrededores, par mi preciosos, si uno sabe buscarle la belleza en cada uno de sus momentos y lugares, que no es moco de pavo.
Mientras a uno le queden ganas de vivir y pueda moverse, lo último que le diría a cualquier persona de cierta edad, es que optara por la silla con motor eléctrico para desplazarse en pequeños recorridos, uno puede desplazarse y hacer lo mismo dándole al pedal como ayuda al bombeo de su corazón, es una garantía de más movilidad y salud, como digo, si tu cuerpo aun responde algo y si a montado y sabe ir en bicicleta. Siempre se puede optar por un triciclo eléctrico, que tampoco está mal y es de más estabilidad, pero eficaz para paseos.
Llevo años practicando como deporte el ciclismo a un nivel muy simple, casi diría cómo del siglo del pintor Casas del cuadro del bar-restaurante Els Quatre Gats. De joven los desplazamientos con bici podían llegar a 60 e incluso 100 km un fin de semana, aparte de unos pocos kilómetros más diarios,  ahora no, en cambio desde mi jubilación entre ir a comprar y paseos los 10 y algo más los hago cada día en Salou donde el circuito es llano no cómo en Cervera del Río Alhama donde las bajadas son un goce con el soplo de aire dándote a la cara y llenarte los pulmones de todos sus aromas del monte, ¡ah!,  pero la subida… ya no es igual, aquí es cuando actúa el maravilloso motorcito eléctrico y, aunque tienes que pedalear te ayuda a que el esfuerzo no sea tan fatigoso, una maravilla a mis años, si puedes te la recomiendo, una bici-eléctrica. Para alcanzar estos pequeños caprichos una de mis formulas es haber dejado de fumar (d0s cajetillas diarias me fumaba), así lo hice yo, te puedes comprar bici, móvil, ordenador etc, pequeñas cosas que te harán más feliz que el gasto y perjuicio del tabaco. Difícil pero se puede.
El ir sentado y pegado al sillín pedaleando una o dos horas aparte del ejercicio físico, hay muchos más ejercicios para desarrollar, el sentido de la anticipación sobre los transeúntes que te encuentras en los recorridos acertando si giraran a la izquierda o la derecha o te taponaran tu carril, te da viveza el poder sortearlos, equilibrio, el tiempo que puedes pensar en mil cosas en los recorridos sin tener que hablar con nadie porque nadie se te acerca, es otra forma de ejercicio y de vida, la bicicleta en carretera siempre es más polémica por las circunstancias; si todos respetáramos nuestra conducta de circulación seguramente los accidentes serían muchos menos, pero no siempre es así. Aunque donde está el hombre sea sentado, de pie, en mulo, en coche, en bicicleta o en barca el accidente está flotando siempre en su alrededor, hay que ser prudente, pero no por eso hay que dejarse y tener miedo al destino. Siempre inseguro.
VIDA DE DISFRAZ
Correr, correr, soñar.
Nada es realidad.
Sueño, sueño, sueño…
¡Dejadme soñar!
Vida engañosa,
vida de disfraz.
Todo hoy es sueño.
Te quiero alcanzar.
Poesía de Mª Isabel Jiménez Garraleta del libro de poesías –Retazos de mi vida-



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